Francisco y su vuelta entera: “ME PARECE
QUE LLEGUÉ A UN LUGAR”
Francisco Bochatón repite
varias veces las palabras “satisfecho” y “contento”. Sílaba por sílaba, se las
escucha rebotar contra las paredes del camarín impulsadas por la energía de un
discurso que, lejos de ser una pose, muestra a un artista a gusto con el
trabajo realizado.
Tanto júbilo se sostiene
gracias a este presente activo: un año en el que presentó álbum solista (nominado
a los Premios Gardel) y en el que prepara la grabación del retorno oficial de
Peligrosos Gorriones, banda con la que editó tres discos durante los ’90.
¿Cómo recibís la nominación de “La Vuelta Entera” como Mejor Álbum
Artista de Rock?
Al principio me pareció raro, y me sorprendió
mucho. Pero hay tanto trabajo atrás, que después lo sentí como un reconocimiento,
como una elección genuina que tiene que ver con el arte y el esfuerzo. Porque
el resultado final viene de un proceso previo de dos años, en el que tuve que
elegir entre mil temas que fuimos grabando en partes, tocando todos juntos en
vivo. Igual, ya en 2005 me habían preseleccionado entre diez artistas
independientes por “La Tranquilidad Después de la Paliza”, pero no avanzó de
esa etapa.
¿Qué evaluación hacés de este trabajo en relación con los anteriores?
Yo siento que fue una entrega.
Los anteriores, sin darme cuenta, eran un experimento, el paso previo necesario
para después hacer “La Vuelta Entera”. Esto es “pan caliente”, me parece que
llegué a un lugar.
“Paliza”, por ejemplo, es un disco anti-disco; por eso la tapa es la
imagen de mi nuca, casi como una mueca punk. Es el fruto de un viaje a España,
que incluyó una visita a Warner en la que lo escucharon. Es un álbum que allá
es imposible de digerir. Imposible. Pero tuvo una producción que no llega a lo
que “LVE” tiene. Eso lo reconozco. Por eso estoy orgulloso de este trabajo.
Decís que sentís la nominación como un reconocimiento a un gran esfuerzo,
¿por qué?
El sonido está buscado. Está
buscado dónde van los micrófonos, está muy trabajado el tema del audio. No
tiene ediciones, no tiene “corto y pego”. Si se equivocaba alguien íbamos de
nuevo. Es el primer disco que yo grabo así desde los ‘90, con los Gorriones.
Los chicos de la banda quisieron, y como ellos son músicos que pueden hacerlo tomé
ese riesgo que me dio el resultado que quería. El proceso final recayó en manos
de Eduardo Bergallo (encargado de la mezcla), que lo agarró porque le gustaba
mucho el material bruto. Luego, lo transformó en “LVE”. Pero a su vez hubo mucha
guía de mi instinto y el azar; lo onírico es onírico realmente, y lo otro es
técnico real. Hay una unión, una ecuanimidad entre esos dos términos. Hay un
laburo concreto y experto, sí, pero respetando ciertas libertades. Por ejemplo,
canté en mi casa cuando no me salía en la sala, demoré seis meses en grabar las
voces, tuve mucha autonomía.
Me imagino que, cuando formás parte de un grupo, esas concesiones se
restringen y el proceso creativo pasa a ser compartido. ¿Qué diferencia hay entre
esta versión de Peligrosos Gorriones y la de los ’90? ¿Cómo viene la grabación
del nuevo disco?
Nosotros ahora estamos armando
ensayos y haciendo shows donde tocamos algunos temas nuevos. Ya tenemos 17
demos y el registro de este material
será a fin de año, comienzos del otro. Hicimos una pre-producción en estudio
que está muy buena y tiene lindas canciones. El proceso creativo, sí, es muy
distinto. Pero la química es igual, está entre nosotros y sigue siendo la misma
desde hace 20 años. Después, también está la madurez de la edad, todo cambia.
Ahora, por ejemplo, hay más laburo en la casa de cada uno, que después vamos y
juntamos. Y a veces no: a veces salimos al ensayo y parece la energía de los ’90.
El hilo conductor es la amistad. No hubo plan de volver, simplemente estuvo
siempre ahí, lo único que hicimos fue ponerlo en marcha de nuevo.
FOTO: GONZALO DE PEDRO