Son las 22hs. en Zurich, cae la noche y Dave
Gahan, que llamativamente no está en cueros, coordina a las masas para levantar
los brazos una y otra vez: es la coronación de “Never Let Me Down Again”,
y una de las mejores postales de música en vivo que se pueda ver/vivir.
Estimulante, sí... Pero, hasta ahí, el día había tamizado en cierta manera la
mística que debería tener una presentación de Depeche Mode, quienes por
supuesto estuvieron a la altura de su cartel y se brindaron de manera plena,
por más de dos horas, hacia un público un tanto frío (todos +30), que
vibró tan solo con los hits viejos y electrónicos (robóticos, diría). El
set rockero, más sucio y desprolijo, en el que Martin Gore calza guitarras, no
cautivó tanto como cuando se puso detrás de los sintetizadores.
El mensaje fue claro desde el principio, y en
consonancia con su estética actual: la subida al escenario fue con “Revolution”
de los Beatles de telón. Pero el verano europeo obligó a que las primeras gemas
(“Barrel Of a Gun” + “A Pain That I’m Used To”), que siguieron al
tibio inicio con un par de jóvenes temas, sonaran bajo un sol radiante que
demostró no maridar con el aura oscura (hermosa) que proyecta la banda. Sumado
a la llamativa limitación de volumen que hubo durante casi todo el show
(paradójicamente, en el ingreso habían repartido tapones para los oídos... Humor
negro suizo, supongo).
Aun así, la lógica de seducción avasallante de
DM pudo contagiar un poco a la neutral audiencia e incitarla al pecado con
temas como “In Your Room” o “Stripped”. A merced, por supuesto,
de un diabólico Gahan, que serpenteaba por el escenario de estricto negro con
furiosos detalles carmesí (la espalda del chaleco, los brillantes zapatos), en
conjunción con esa mirada lasciva de siempre y algunas tímidas canas porque,
claro, el diablo sabe más por viejo que...
Por supuesto, también hubo tiempo para que
Gore, el cerebro, brillara y demostrara que es un Señor artista inglés con dos
mini-sets íntimos, en los que cantó “A Question of Lust”, “Home”
y “Somebody” tan solo acompañado por Peter Gordeno al teclado (“El
talentoso Alan Wilder de Birmania”, dicen mis anotaciones).
Corriéndonos del eje musical por un momento,
creo que es necesario detenerse a analizar a quiénes les están cantando
el estribillo del más nuevo single, que versa “Where’s the revolution? Come
on people, you’re letting me down”: Suiza tiene el salario medio más alto
del mundo y el segundo mejor PBI Per Cápita (Renta como indicador de
bienestar), tan solo superado por otro paraíso fiscal, Luxemburgo. Para colmo,
el 75% de sus habitantes rechazó, vía plebiscito, una renta básica de por vida
de €2250 para todos los residentes (lo que hubiera sido de gran ayuda para
aquellos que realizan labores básicos como el cuidado de niños o ancianos, por
citar algunos). Además, cuentan con una de las más bajas percepciones de
corrupción del sector público entre sus habitantes: están en la quinta
posicion, con 86pts (Argentina, por ejemplo, está 95° con 36pts, empatada con
la Republica Africana de Benín, independizada de Francia hace tan solo
cincuenta y siete años). Todo eso explica la pasividad (o desinterés) ante
dicha premisa, casi un mantra de rebelión que insta a despertar de la inequidad
social, política y económica .
Pero, como la épica no tiene matices el final
fue una horda de himnos a prueba de audiencias gélidas, y “Walking in my
Shoes” maravilló, así como la versión de “Heroes” de David Bowie,
enmarcada por una bandera negra y flameante en las pantallas, sonó fabulosa:
ajustada, con un bellísimo riff de guitarra, sin nunca terminar de estallar...
solemne. Tras arrollar con la fuerza de "I feel You", “Personal Jesus” fue el obvio final de set para una banda que,
al cargar ya con catorce discos en su haber, pondera (al menos en su gira
Europea, en shows de venta y expectativa moderada como este) piezas de sus
nuevos catálogos y por eso tiene que dejar afuera otras más festejadas (Ok, “Wrong”
es un temazo, sí... Pero no pueden sacar “Behind the Wheel”) ANOTACIóN
EN MAYúSCULAS.
Las luces se encienden (estuvieron prendidas
cinco o seis temas apenas), los suizos desalojan el estadio Letzigrund con calma (obviamente)
y flota la sensacion de entremés. De calentamiento para el plato fuerte, en
casa, con un PBI Per Cápita menor pero, seguramente, mayor intensidad y
vibraciones el próximo Día Nacional de la Memoria, por la Verdad y la Justicia.
1 comentario:
El setlist fue religioso sì. Sentì la velocidad de las dos horas y treantes que mencionàs, tal vez mi torpeza y buena dicción ayudaron a sumergir cabeza, hombros y pie siniestro en el texto que usted redactò y fue con tanto "salpique" que le tuve que bajar el mambo a un tal Peter, algo de Peter Tosh y claro se me pasò rápido. Esas ganas de acabar antes de orgasmear. Si sabemos que son cosas distintas.
Si se me entiende,
Gracias y aguante DM
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