Difícil no asociar a los medios
de comunicación audiovisuales británicos únicamente con la BBC. De hecho, hasta
mediados de los ’50 la British Broadcasting Corporation funcionaba como un
monopolio: recién en 1954 se permitió la comercialización de esa incipiente
industria y así se creó la ITV (Televisión Independiente) que tuvo en el norte
una franquicia muy particular, Granada
TV.
Esta geo-localización no es caprichosa: Granada era del norte y así lo
hacía saber, desde su logo, su slogan, sus programas y hasta sus empleados.
Esta distinción provenía del orgullo y la necesidad de correrse de la impersonalidad
de una metrópolis como Londres y marcar así una idiosincrasia propia, alejada
de los estándares que impartía la capital. Por ejemplo, fue una de las pocas
señales que, al finalizar su transmisión diaria, no pasaba la canción patria
“God Save The Queen”. Para afianzarse en este rol singular tuvo que asentarse
en su propio suelo, y así fue como en 1956 se adquirió un gran terreno en el
centro de Manchester donde instalaron sus estudios. Famosos por su imponente
cartel rojo, postal casi ineludible, y por haber sido sede del debut en la
televisión británica de los Beatles,
en 1962.
En julio de 1976 fue escenario de
la primera entrega de “So It Goes”, programa
cultural conducido por Tony Wilson, un petulante reportero del canal que
quería hacer llegar a los jóvenes nuevos sonidos e ideas. Obtuvo el estímulo
para ello al presenciar el épico primer show de Sex Pistols en la ciudad,
tan solo un mes antes en el Free Trade
Hall. Luego, invitaría a los
londinenses a hacer su estreno televisivo en el programa, en el que tocaron “Anarchy in the UK” y así una vasta
audiencia pudo escuchar a un adolescente punk con acné y un alfiler de gancho
como aro cantar: “I am an antichrist, I
am an anarchist”. Totalmente revelador. Al que esto no lo conformó, y
reclamó al conductor más espacio para bandas mancunianas, fue a Ian Curtis,
cantante en ese entonces de Warsaw (y también asistente del mítico
concierto de Johnny Rotten y compañía). El resto es historia: en el ’78 Joy
Division apareció por única vez en “So It Goes”, dos años más tarde Curtis
se suicidó y todo decantó en New Order, que también tocó en los mismos estudios
y que, junto con Wilson, crearon Factory
Records y migraron la escena a Haçienda,
el club nocturno protagonista de la mayor
movida cultural de la ciudad, etiquetada por la prensa como Madchester.
Granada, por su parte, no pudo
mantenerse al margen y sortear las diferentes y cíclicas crisis mundiales, por
lo que para finales de los ’90 estaba atravesada por vastos problemas
económicos. Esto obligó a que se liquidaran progresivamente empresas que daban
vida al multimedio Granada PLC. Para 2002 el declive se agudizó y tuvo que fusionarse
con otro gran medio independiente, Carlton, para así formar ITV PLC. Ya se había perdido el nombre, que solo
se mantenía para el noticiero local, y con el tiempo la merma avanzó
considerablemente: en 2010 decidieron sacar el simbólico cartel rojo que
coronaba su sede y, ya en 2013, directamente cerraron los históricos estudios y los trasladaron a Salford, en la
periferia de la ciudad.
Hoy, son las 20.45 y es de día en
Manchester, pese a que las nubes cubren todo el cielo e intentan oscurecer el
callejón Atherton, que esconde una de las entradas a los viejos estudios de
Granada TV. Adentro, un profundo pabellón, abandonado hasta hace algún tiempo
pero especialmente intervenido para la ocasión (la sexta edición del Festival
Internacional de Manchester), muestra un escenario con doce paneles detrás.
Termina la previa en tono ambient, titulada “Breathless” y curada por Dave Haslam (reconocido DJ de la ciudad, de los que más tocaron en Haçienda) y sube
New Order para hacer rebotar por las
paredes del recinto los sonidos de la nostalgia. Al dar inicio con “Elegia”, pieza
de “Low Life” (1985), los paneles comienzan a iluminarse y revelan un sistema
de persianas venecianas que, al abrir y cerrar, permiten ver a los alumnos del Royal Northern College of Music elegidos para la ocasión. Estos son
dirigidos por Liam Gillick (colaborador
de la banda desde hace tiempo) y llevan adelante una orquesta del nuevo
milenio: una orquesta de sintetizadores. Parece ser el complemento perfecto
para una propuesta que ha inferido revisitar y reformular las aristas más viejas
del catálogo de la banda, que bautizaron “New Order+Liam Gillick: So It Goes”
(hermoso guiño para el anfitrión no
presente, fallecido hace casi diez años).
Luego de “Who’s Joe?” y el añejo
“Dream Attack” (que vio la luz en uno de sus mejores placas, “Technique”, del
’89), comienza a colmar el ambiente un riff de bajo muy particular, y la
batería de Stephen Morris retumba de familiaridad: más allá del afán por
reinventar las canciones no se tarda en reconocer “Disorder”. Vibra de épica el público (todos más que treintañeros), porque es la primera vez que la
interpretan como New Order, y no suena en vivo desde el último show de Joy
Division, en la Universidad de Birmingham, apenas dos semanas antes del
suicidio de Curtis.
Como si esto no llenara las
expectativas de los presentes, se despachan con dos gemas casi olvidadas: “Shellshock”,
parte de la OST de la película “Pretty In Pink” (1986) y “Subculture”, otro de
“Low Life”. La audiencia baila y es una fiesta de hits, sin hits: apenas
“Bizarre Love Triangle”, exitoso single de “Brotherhood”, también del ’86. Se
descubren tema por tema nuevas puertas hacia viejos momentos de una carrera
vastísima y versátil, que fue desde el post-punk/new wave de “Movement” (1981) hacia
el dance de “Music Complete”, su último trabajo de hace un par de años.
En el camino, Factory quebró (tan solo queda un club nocturno con su nombre, que por suerte conserva
un retrato de Tony Wilson en la entrada), Haçienda cerró (actualmente es
un complejo de departamentos), Granada
TV se corporativizó y la ciudad parece haber perdido la mística cultivada
durante aquellas largas noches. Pero hoy, al menos por un rato, los viejos
fantasmas de Madchester pudieron
volver a bailar los ritmos que supieron enaltecer, en uno de los lugares que
vio nacer la leyenda.