1/11/2016

Can´t give everything (away)

Bowie es un faro de energía y emociones que ilumina todo, hasta el misterio de la muerte.

No hay rincón de nuestra percepción adonde no haya llegado su mano milagrosa, su oído adelantado o su carisma desfachatado. Por eso, desde el pedestal de siempre entrega su última obra, su máximo nivel de madurez. Fino, creativo, perpetuado en la vanguardia.


La sentía venir, sin dudas. Aún así, durante todo el trabajo no se pronuncia la palabra ‘miedo’. En cambio, se percibe un destello de genialidad que avasalla supersticiones y desnuda, a lo largo de siete canciones, un camino de pistas que nos deja como gema final (casi póstuma). 

Blackstar es un disco en el cual la oscuridad no es una pose sino una sensación, una realidad: “This is war”, proclama con osadía en “‘Tis a Pity She Was a Whore”.  Para luego en “Lazarus” poner en vilo la real diferencia entre estar acá y en el más allá. En “Girl Loves Me”, donde irónicamente pregunta “Where the fuck did monday go?”, despoja la solemnidad con un enlace de términos del slang Burgessiano de La Naranja Mecánica, sobre una base de hip-hop (el eterno productor, Tony Visconti, contó que escucharon mucho a Kendrick Lamar durante el proceso de grabación).

Luego declara “I´m dying to”, y es la amarga certeza, la agudeza de una mente que desafió al cuerpo hasta el final. La última palabra que le escucharemos cantar será “away”.

Nos enseñó a todos. Y de esa afirmación quedan muy pocos afuera. Hijo insurrecto del rock, brilló como estrella soberana del pop y nunca dejó de ser moderno: supo actuar con la naturalidad de la perfección todos los personajes que su talento nos quiso dar.

Solo queda declarar: gracias por darlo todo.

DAVID BOWIE ★ (08/01/1947-10/01/2016)




El único objetivo de esta foto es arruinar tanto la nota como al autor